MIRNA CONCHA

Estudié periodismo en Canadá donde viví el exilio durante diez años junto a mis padres y hermanas. Regresé a Chile en 1984 y desde entonces mi trabajo -en inglés y castellano- ha sido difundido en radios, agencias de noticias, portales de internet y diarios en Chile y el extranjero, así como en publicaciones del Ontario Institute of Studies in Education (OISE) de la Universidad de Toronto. Mi compromiso ha sido siempre con la democracia y la defensa de los derechos humanos.

viernes, 22 de enero de 2010

Una operación con "guante blanco"

Por: Mirna Concha, periodista
Publicado el 15 de diciembre de 2009

La política es como un partido de ajedrez. Las piezas se mueven según la partida del adversario, de un objetivo y de variables estrategias. A diferencia del tablero, en la vida real todo vale. Maquiavelo cobra relevancia: “el fin justifica los medios”.

En pleno Siglo XXI un golpe de Estado no solo es inaceptable, sino que demasiado impopular dado el sello con que éstos pasaron a la historia reciente. Hoy si bien los protagonistas son esencialmente los mismos, son otras las “armas”, tal vez -e incluso- más peligrosas por lo desconocidas y sórdidas.

Estamos ante un escenario en que la coronación puede estar ad-portas. Probablemente el tema ni siquiera requirió de tanto análisis por parte de ideólogos y estrategas, ya que la irrupción de los “díscolos” fue la primera fisura a potenciar. Luego vendría el candidato con personalidad y ambiciones fáciles de moldear. Solo faltaban los recursos para provocar -con “guante blanco”- el quiebre de la Concertación.

Los medios de comunicación estaban a disposición para posicionar la estratagema moderna del Caballo de Troya e instalar así la sensación ambiente, incluyendo el bombardeo de encuestas que terminó no sólo por desprestigiar el instrumento, sino además por marear y confundir a la masa votante. Esto, más allá del mea culpa que obviamente se debe hacer al interior de la Concertación por no haber dado “tiraje” al recambio político ni haber aceptado el proceso de primarias internas para elegir al candidato, entre otros temas.

Una vez instalado, desde el interior del Caballo de Troya –como los guerreros griegos- irrumpe el empresario Max Marambio vinculado a la derecha no solo en lo político, sino también en lo económico y en lo familiar (casado con Esperanza Cueto, miembro de uno de los grupos económicos más poderosos de Chile y principal accionista de LAN con 36,8%, seguido por Sebastián Piñera, con 26,4 por ciento).

Hace algunos días la prensa publicó que Marambio participó de la celebración de un cumpleaños de Piñera en casa de su común e íntimo amigo Ignacio González. Ayer el vespertino La Segunda, al dar cuenta en su página 13 de las celebraciones post-elecciones, comentó como –después de la celebración de “piñeristas” en el Tiramisú- el mismo González, junto a Ignacio Cueto (cuñado de Marambio) y Jorge Errázuriz, acudieron a la casa del ex GAP, donde también había festejos. ¿Los motivarían las mismas razones? Nadie lo puede afirmar, pero lo concreto es que según el vespertino “todos ingresaron saludando y felicitando al dueño de casa por los resultados obtenidos”, y agrega que “en todo caso, su presencia no fue el único contacto entre ambos comandos, ya que altos personeros del equipo de Enríquez-Ominami llamaron al mismo Piñera para congratularlo por el 44% obtenido”.

En política nada es coincidencia ni casualidad. No lo fueron esas celebraciones, como tampoco la empatía mostrada entre Piñera y MEO durante los debates. No lo fue el eslogan del “cambio”, tampoco lo son las repercusiones que a nivel internacional tienen los procesos electorales. El mundo nos ha estado observando. Desde hace unos meses se da por ganador a Piñera en Estados Unidos y en Europa. ¿Será que además hay que “impedir” –a como de lugar- que el cono sur una vez más se “tiña de rojo”?

La “operación” de sacar con “guante blanco” a la Concertación de La Moneda sigue su curso. Lo lamentable: se ha jugado con el idealismo de miles de chilenos, que creyeron en Enríquez-Ominami desconociendo las maquiavélicas intenciones de Marambio y sus vínculos con los grupos económicos más poderosos de Chile.

Desgraciadamente el desprestigio de la política hoy nos pone en un escenario complejo, donde las confianzas han sido quebrantadas, donde los “heridos y lesionados” son todavía inmensurables.

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