Por: Mirna Concha, periodista
La Concertación de Partidos por la Democracia nos unió en los ochenta. En torno a ella logramos convocar a un país entero a sumarse a un movimiento social para derrotar a la dictadura. ¡Y lo logramos! Con un lápiz y un papel dijimos NO y a través del “Chile la alegría ya viene”, alimentamos la esperanza y las ansias de construir un país más justo y solidario. Con aciertos y errores, pero lo hemos hecho. Sin duda aún resta mucho. Las transformaciones sociales se construyen en el tiempo, pero nadie puede desconocer que Chile no es el mismo de hace 20 años.
Aylwin, Lagos, Frei, Bachelet condujeron este proceso. Sin embargo, una vez más ha quedado de manifiesto que el poder obnubila. En efecto. Las disputas internas de los partidos políticos les distanciaron de la realidad, de lo que Chile realmente aspiraba, de entender que los sueños de la gente se construyen a diario. Demandamos la urgente necesidad de recambio político. Pero nadie escuchó. La luz amarilla fue el resultado de las elecciones municipales. Pero nadie escuchó. Luego el resultado del 13 de diciembre. Pero nadie escuchó. El 17 de enero a la pobre Concertación le tuvimos que poner oxígeno para tratar de mantenerla, pero ella ya solo aspira a descansar en paz.
Es que por nuestras propias incapacidades le exigimos más de lo que ella puede y podía ofrecer. Es hora de darle las gracias, ponerle la lápida, velarla, hacerle el debido y digno funeral y dejarla descansar en paz. Es hora de crecer, de hacernos cargo de la realidad del Chile del 2010 para plantearnos el desafío del país que queremos, ese país cuyo liderazgo hoy le corresponde a otras generaciones, pero para las cuales por cierto debemos estar disponibles para colaborar con la experiencia y sabiduría de los aciertos y errores cometidos, como en todo proceso histórico.
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