Por: Mirna Concha, periodista
Publicado por www.cambio21.cl
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“Hoy me pongo de luto por la muerte de la historia y la memoria de mi país”, lleva por título un grupo Facebook que luce la imagen de una bandera chilena con un crespón negro en su interior. Septiembre no es un mes fácil para Chile. Las redes sociales desbordan con recuerdos, con la memoria del triunfo de Salvador Allende en 1970, del Golpe de Estado en 1973, del asesinato del padre André Jarlán en la población La Victoria en 1984, del periodista José Carrasco Tapia en 1986, de Jecar Neghme en 1990 y de miles de muertos, torturados y desaparecidos que dejó la dictadura.
A este año del Bicentenario se suma otro componente: el riesgo de muerte que corren 32 presos mapuche recluidos en cárceles de Concepción, Lebu, Temuco y Valdivia, que el 12 de julio iniciaron una huelga de hambre indefinida. A fines de agosto, al cumplirse 50 días de ayuno de quienes exigen –entre otras demandas- respeto a su cultura, garantías procesales y la intervención de organismos internacionales, se sumaron dos menores mapuche recluidos en Chol Chol que adhieren a llamar la atención respecto de la aplicación de la Ley Antiterrorista bajo la cual son procesados por tribunales civiles y militares (creada durante el régimen militar para aniquilar a grupos opositores), la falta de un debido proceso, montajes, persecución política, represión, tortura, violación a los derechos humanos y tormento a niños en las comunidades.
La determinación de poner en riesgo sus vidas es sin duda extrema, pero obligada ante la indiferencia de un país intrínsecamente racista que tiende a ignorar su cultura, su existencia y sus derechos. En esta misma red social, Facebook, se difundió una nota del periodista de TVN Franco Ferreira, en la que acusa recibo y se hace cargo de las críticas que han circulado tendiente a señalar que existe un “cerco informativo” respecto de este tema que no capta la atención de los medios ni la solidaridad de los chilenos, como lo ha hecho el caso de los mineros en Atacama o los pingüinos de la Cuarta Región.
“Bonita teoría de la conspiración, pero como conocedor de las lides informativas (sobre todo de las que a televisión se refiere) he de indicar que la inmensa mayoría de las ocasiones en que el espectador presupone una conspiración o censura, en realidad lo que hay son factores muy inocentes que hacen que un tema aparezca poco o nada. Y, por lo mismo, me atrevo a sostener que lo ocurrido con el tema mapuche y los huelguistas corresponde, en lo mediático, a un ejercicio aún peor, muchísimo más triste, deplorable y angustiante que una planificada censura. Simplemente desinterés… O dicho de otro modo, quizás hasta más crudo: simplemente “paja”. El tema no vende. El tema es “antiestético”. El tema es “poco glamoroso”. El tema no es “bonito” como los delfines y los pingüinitos de Punta de Choros”, señala.
“Por eso es que no hablamos de un cerco informativo, o una conspiración contra los mapuches. No hay nada de eso. Lo que hay es desinterés en un asunto que no tiene final feliz, como sí lo tendrán los mineros, como sí lo tuvieron los pingüinos. El que los huelguistas de hambre figuren poco en pauta no es una cuestión puntual que podamos particularizar en nuestros medios de hoy. Es la resulta de un trabajo de siglos que efectivamente venció y logró ubicar al más emblemático de nuestros pueblos originarios en la vereda del violentismo y la ilegalidad. Cuestión que la sociedad civil con el pelo más claro y apellidos extranjeros, se fue comprando hasta asumir por osmosis”, agrega en parte de una nota bastante más extensa.
Me impresionan las aseveraciones del colega y la forma en que se pone la camiseta del canal. Sin embargo, es necesario precisar que si bien no existe censura explícita, por decreto, como ocurrió durante la dictadura, pasa algo peor: la ignorancia, la autocensura y el racismo están profundamente arraigados en el inconsciente.
La discriminación y el rechazo se han transformado en una reacción espontánea, la omisión es un acto por inercia. Pero, y además, no podemos olvidar que los consejos directivos o directorios de los medios de comunicación son las instancias donde se fijan las líneas editoriales. La mayoría de sus integrantes son grandes empresarios que de indígena sólo conocen lo que leyeron en libros de historia y a la nana que les atiende en sus hogares. Y esa afirmación es transversal en lo que a política se refiere. Muchos de ellos incluso son dueños de fundos y/o tienen acciones en empresas forestales o de rubros relacionados que se ven afectadas por el “conflicto mapuche”, imagen y concepto instalados comunicacionalmente, estigmatizando a un pueblo y a una zona del territorio nacional.
Esfuerzos se han hecho por parte de la Iglesia Católica, de senadores, de diputados e incluso el propio Presidente Piñera llamó a los partidos políticos a Palacio para que apoyen su iniciativa legislativa que tiende a modificar la Ley Antiterrorista.
En todo caso, y de no ver luz en los próximos días, la fiesta del Bicentenario corre serios riesgos de aguarse. En algo tiene razón Franco. El tema mapuche no es glamoroso, no vende, no genera rating, como los pingüinos ni como los mineros. ¡Lamentable constatación de una realidad!
He leído varios mensajes en Facebook sobre este tema. Si bien hay mucha solidaridad, también hay otros en que falta poco para que digan explícitamente ¡Que se mueran de una vez esos mapuche que tanto joden! Chile es cada día una sociedad más racista, excluyente y discriminatoria. Ojala que junto con llegar a buen término las negociaciones para evitar innecesarias muertes, de una vez por todas se aborden, en materia indígena, políticas públicas serias, responsables y con mirada de futuro, ya que hasta la fecha históricamente han sido acciones reactivas a la contingencia. Y esta huelga de hambre se suma a los innumerables ejemplos.
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