Publicado por: Crónica Digital
http://www.cronicadigital.cl/news/dd_hh/18406.html?VivvoSessionId=61fef8314c99c71b64b54
Observo por televisión la revista naval, una de las tantas actividades que contempla el programa de estas “especiales” Fiestas Patrias. Escucho al Presidente Sebastián Piñera quien dice que en el buque escuela Esmeralda están "representadas las mejores tradiciones de la Armada" y hasta se rinden homenajes implícitos al ex comandante en jefe, almirante José Toribio Merino.
No hubo mención alguna –ni mero recuerdo, siendo también parte de la historia de lo que ha ocurrido en Chile en los últimos 200 años- a las mujeres que fueron detenidas y torturadas en la “Dama Blanca” (páginas 75 y 76 "Crónicas en Sepia, réplicas de una dictadura"). Ninguna mención de los periodistas ni mucho menos preguntas.
El espectáculo “Pura energía, Puro Chile” de luces en La Moneda tampoco fue claro respecto de su recorrido por la historia. No muestra el bombardeo del cual fue objeto el Palacio el 11 de septiembre de 1973. Los pueblos originarios fueron considerados mostrándolos brevemente a torso descubierto. ¿Qué quiso realmente representar la compañía Let Petits Francais con Icardi Producciones? Duda no cabe que el guión fue local.
¿Qué ha celebrado Chile? En este Bicentenario el recuento y la balanza se cargaron claramente hacia un solo lado. Chile sigue dividido y permanecerá así mientras el Golpe de Estado y lo ocurrido durante la dictadura no sea asumido como parte de la historia, por dolorosa y dura que esta pueda ser.
MIRNA CONCHA
Estudié periodismo en Canadá donde viví el exilio durante diez años junto a mis padres y hermanas. Regresé a Chile en 1984 y desde entonces mi trabajo -en inglés y castellano- ha sido difundido en radios, agencias de noticias, portales de internet y diarios en Chile y el extranjero, así como en publicaciones del Ontario Institute of Studies in Education (OISE) de la Universidad de Toronto. Mi compromiso ha sido siempre con la democracia y la defensa de los derechos humanos.
lunes, 20 de septiembre de 2010
domingo, 12 de septiembre de 2010
PRESENTACION DE ODETTE MAGNET LIBRO "CRONICAS EN SEPIA, REPLICAS DE UNA DICTADURA"
Café Crónica Digital
Santiago, 10 de septiembre de 2010
Tuve el privilegio de ser una de las primeras en leer este libro. No puedo decir que lo disfruté -no es la palabra correcta-, pero, ciertamente, me quedó dando vueltas. Página a página, fui sintiendo sus ecos y, tras cada réplica, regresé a otros tiempos, a otros mundos, a experiencias personales y colectivas que a tantos nos marcaron, para bien o para mal, a fuego vivo.
“Crónicas en Sepia” es un notable ejercicio periodístico. Un esfuerzo literario no menor. Pero, por sobre todo, es un tributo a la memoria. A un pasado reciente, fresco, palpitante, que día a día, se va tiñendo de sepia ante nuestros ojos.
Aquí estamos de nuevo, cambiados, más viejos, con el pasado a cuestas y un futuro exiguo, escaso, a veces invisible. Aquí estamos, años después, gracias a esta hazaña de Mirna. ¿O debiera decir por culpa de Mirna? Las opiniones pueden estar divididas pero hay que reconocer que la autora se salió con la suya. Porque, desde el comienzo y hasta el final del libro, se advierte un mensaje casi majadero: lo único que no está asegurado es la voluntad de saber y el coraje de recordar.
Mirna hace ambas cosas y nos invita a hacer lo mismo. Sin miedo, sin excusas. Así, lentamente, nos vamos aproximando a un pequeño trozo de historia de la cual formamos parte, que nos sorprendió como protagonistas modestos, cotidianos, febriles en nuestras convicciones, porfiados en nuestras lealtades.
Mirna nos cuenta lo de ella, de sus dolores, sus humildes triunfos, sus grandes derrotas. Los chispazos de placer, de risa contagiosa, de humor agudo. Y, claro está, de las lecciones aprendidas. Su experiencia intransferible pero, al mismo tiempo, compartida por tantos. Entonces, nos reconocemos en cada palabra, en cada párrafo. En su pasión como periodista, en su esencia como mujer, en esa joven impulsada por ideales irrenunciables, en esa ciudadana castrada, en ese ser humano pendiente.
Lo único que no está asegurado es la voluntad de saber y el coraje de recordar.
En este libro encontramos buena parte de nuestra historia, como país y como chilenos. Ahí está el Chile herido por ese brutal Golpe, con mayúsculas, desgarrado por el exilio, mudo de horror por la ausencia de los detenidos-desaparecidos, paralizado por los asesinatos, las traiciones, los pactos, las ilusiones quebradas y las promesas rotas. El dolor se cuela por los poros y, a veces, sólo a veces, la tristeza rompe como una ola gigante en la orilla de una sonrisa, y nos baña con la amistad, el amor, con una vida buena, una patria posible.
Pese a todo lo anterior, la autora protagoniza otra hazaña al ofrecernos un texto sorprendentemente limpio, saneado, libre de amarguras y rencores, teniendo todo el derecho de sentir el peso de ambos. Porque, Mirna, como tantos, pertenece a lo que ella llama la “generación bisagra”, situada en tierra de nadie, atrapada entre dos tiempos, sin poder reclamar pertenencia ni identidad.
Sin embargo, o quizás por eso mismo, su quehacer está inspirado en el cambio. El cambio: esa palabra mágica que aún nos persigue como una obsesión maldita.
Mirna forma parte de esos miles de profesionales jóvenes que se las jugó en dictadura y que, llegada la democracia, insistió en la necesidad, entre otras cosas, de hacer un periodismo independiente y de articular de una manera diferente la forma de hacer política, es decir, más inclusiva, más genuina y más eficiente.
Aquí estamos, inspirados por el mismo propósito y con la tarea inconclusa. Con otras réplicas, las del terremoto que sacudió a Chile el 27 de febrero y el otro, el que remeció el corazón de La Moneda y al alma nacional, el 11 de marzo. Han pasado veinte años: ya cruzamos el arcoiris, la alegría llegó y se fue y para algunos se cumplió la promesa de que vendrían tiempos mejores.
Con pocas ganas, celebramos un bicentenario que tiene todos los ingredientes de una campaña publicitaria; nos encontramos sin referentes visibles, con la brújula perdida. Algunos intentan reanimar una concertación desconcertada. Para otros, ésta murió hace ya tiempo. Con más o menos éxito, muchos procuran recordar –a otros sólo nos queda aprender- cómo se hace oposición en democracia. Algo así como volver a ser peatón, después de años de haber manejado un auto.
El cambio continúa siendo el gran desafío, el reto más profundo. Pareciera que las interrogantes sobre el futuro sobrepasan las certezas que nos dejó el pasado. Y entonces nos queda retumbando la pregunta que cierra este libro: “¿Qué se hace ahora?”
La respuesta sigue pendiente.
Muchas gracias.
Santiago, 10 de septiembre de 2010
Tuve el privilegio de ser una de las primeras en leer este libro. No puedo decir que lo disfruté -no es la palabra correcta-, pero, ciertamente, me quedó dando vueltas. Página a página, fui sintiendo sus ecos y, tras cada réplica, regresé a otros tiempos, a otros mundos, a experiencias personales y colectivas que a tantos nos marcaron, para bien o para mal, a fuego vivo.
“Crónicas en Sepia” es un notable ejercicio periodístico. Un esfuerzo literario no menor. Pero, por sobre todo, es un tributo a la memoria. A un pasado reciente, fresco, palpitante, que día a día, se va tiñendo de sepia ante nuestros ojos.
Aquí estamos de nuevo, cambiados, más viejos, con el pasado a cuestas y un futuro exiguo, escaso, a veces invisible. Aquí estamos, años después, gracias a esta hazaña de Mirna. ¿O debiera decir por culpa de Mirna? Las opiniones pueden estar divididas pero hay que reconocer que la autora se salió con la suya. Porque, desde el comienzo y hasta el final del libro, se advierte un mensaje casi majadero: lo único que no está asegurado es la voluntad de saber y el coraje de recordar.
Mirna hace ambas cosas y nos invita a hacer lo mismo. Sin miedo, sin excusas. Así, lentamente, nos vamos aproximando a un pequeño trozo de historia de la cual formamos parte, que nos sorprendió como protagonistas modestos, cotidianos, febriles en nuestras convicciones, porfiados en nuestras lealtades.
Mirna nos cuenta lo de ella, de sus dolores, sus humildes triunfos, sus grandes derrotas. Los chispazos de placer, de risa contagiosa, de humor agudo. Y, claro está, de las lecciones aprendidas. Su experiencia intransferible pero, al mismo tiempo, compartida por tantos. Entonces, nos reconocemos en cada palabra, en cada párrafo. En su pasión como periodista, en su esencia como mujer, en esa joven impulsada por ideales irrenunciables, en esa ciudadana castrada, en ese ser humano pendiente.
Lo único que no está asegurado es la voluntad de saber y el coraje de recordar.
En este libro encontramos buena parte de nuestra historia, como país y como chilenos. Ahí está el Chile herido por ese brutal Golpe, con mayúsculas, desgarrado por el exilio, mudo de horror por la ausencia de los detenidos-desaparecidos, paralizado por los asesinatos, las traiciones, los pactos, las ilusiones quebradas y las promesas rotas. El dolor se cuela por los poros y, a veces, sólo a veces, la tristeza rompe como una ola gigante en la orilla de una sonrisa, y nos baña con la amistad, el amor, con una vida buena, una patria posible.
Pese a todo lo anterior, la autora protagoniza otra hazaña al ofrecernos un texto sorprendentemente limpio, saneado, libre de amarguras y rencores, teniendo todo el derecho de sentir el peso de ambos. Porque, Mirna, como tantos, pertenece a lo que ella llama la “generación bisagra”, situada en tierra de nadie, atrapada entre dos tiempos, sin poder reclamar pertenencia ni identidad.
Sin embargo, o quizás por eso mismo, su quehacer está inspirado en el cambio. El cambio: esa palabra mágica que aún nos persigue como una obsesión maldita.
Mirna forma parte de esos miles de profesionales jóvenes que se las jugó en dictadura y que, llegada la democracia, insistió en la necesidad, entre otras cosas, de hacer un periodismo independiente y de articular de una manera diferente la forma de hacer política, es decir, más inclusiva, más genuina y más eficiente.
Aquí estamos, inspirados por el mismo propósito y con la tarea inconclusa. Con otras réplicas, las del terremoto que sacudió a Chile el 27 de febrero y el otro, el que remeció el corazón de La Moneda y al alma nacional, el 11 de marzo. Han pasado veinte años: ya cruzamos el arcoiris, la alegría llegó y se fue y para algunos se cumplió la promesa de que vendrían tiempos mejores.
Con pocas ganas, celebramos un bicentenario que tiene todos los ingredientes de una campaña publicitaria; nos encontramos sin referentes visibles, con la brújula perdida. Algunos intentan reanimar una concertación desconcertada. Para otros, ésta murió hace ya tiempo. Con más o menos éxito, muchos procuran recordar –a otros sólo nos queda aprender- cómo se hace oposición en democracia. Algo así como volver a ser peatón, después de años de haber manejado un auto.
El cambio continúa siendo el gran desafío, el reto más profundo. Pareciera que las interrogantes sobre el futuro sobrepasan las certezas que nos dejó el pasado. Y entonces nos queda retumbando la pregunta que cierra este libro: “¿Qué se hace ahora?”
La respuesta sigue pendiente.
Muchas gracias.
domingo, 5 de septiembre de 2010
Los Mapuche y el Bicentenario: una fiesta en riesgo de “aguarse”
Por: Mirna Concha, periodista
Publicado por www.cambio21.cl
http://www.cambio21.cl/noticia.php?noticia_id=21884&categoria_id=64
“Hoy me pongo de luto por la muerte de la historia y la memoria de mi país”, lleva por título un grupo Facebook que luce la imagen de una bandera chilena con un crespón negro en su interior. Septiembre no es un mes fácil para Chile. Las redes sociales desbordan con recuerdos, con la memoria del triunfo de Salvador Allende en 1970, del Golpe de Estado en 1973, del asesinato del padre André Jarlán en la población La Victoria en 1984, del periodista José Carrasco Tapia en 1986, de Jecar Neghme en 1990 y de miles de muertos, torturados y desaparecidos que dejó la dictadura.
A este año del Bicentenario se suma otro componente: el riesgo de muerte que corren 32 presos mapuche recluidos en cárceles de Concepción, Lebu, Temuco y Valdivia, que el 12 de julio iniciaron una huelga de hambre indefinida. A fines de agosto, al cumplirse 50 días de ayuno de quienes exigen –entre otras demandas- respeto a su cultura, garantías procesales y la intervención de organismos internacionales, se sumaron dos menores mapuche recluidos en Chol Chol que adhieren a llamar la atención respecto de la aplicación de la Ley Antiterrorista bajo la cual son procesados por tribunales civiles y militares (creada durante el régimen militar para aniquilar a grupos opositores), la falta de un debido proceso, montajes, persecución política, represión, tortura, violación a los derechos humanos y tormento a niños en las comunidades.
La determinación de poner en riesgo sus vidas es sin duda extrema, pero obligada ante la indiferencia de un país intrínsecamente racista que tiende a ignorar su cultura, su existencia y sus derechos. En esta misma red social, Facebook, se difundió una nota del periodista de TVN Franco Ferreira, en la que acusa recibo y se hace cargo de las críticas que han circulado tendiente a señalar que existe un “cerco informativo” respecto de este tema que no capta la atención de los medios ni la solidaridad de los chilenos, como lo ha hecho el caso de los mineros en Atacama o los pingüinos de la Cuarta Región.
“Bonita teoría de la conspiración, pero como conocedor de las lides informativas (sobre todo de las que a televisión se refiere) he de indicar que la inmensa mayoría de las ocasiones en que el espectador presupone una conspiración o censura, en realidad lo que hay son factores muy inocentes que hacen que un tema aparezca poco o nada. Y, por lo mismo, me atrevo a sostener que lo ocurrido con el tema mapuche y los huelguistas corresponde, en lo mediático, a un ejercicio aún peor, muchísimo más triste, deplorable y angustiante que una planificada censura. Simplemente desinterés… O dicho de otro modo, quizás hasta más crudo: simplemente “paja”. El tema no vende. El tema es “antiestético”. El tema es “poco glamoroso”. El tema no es “bonito” como los delfines y los pingüinitos de Punta de Choros”, señala.
“Por eso es que no hablamos de un cerco informativo, o una conspiración contra los mapuches. No hay nada de eso. Lo que hay es desinterés en un asunto que no tiene final feliz, como sí lo tendrán los mineros, como sí lo tuvieron los pingüinos. El que los huelguistas de hambre figuren poco en pauta no es una cuestión puntual que podamos particularizar en nuestros medios de hoy. Es la resulta de un trabajo de siglos que efectivamente venció y logró ubicar al más emblemático de nuestros pueblos originarios en la vereda del violentismo y la ilegalidad. Cuestión que la sociedad civil con el pelo más claro y apellidos extranjeros, se fue comprando hasta asumir por osmosis”, agrega en parte de una nota bastante más extensa.
Me impresionan las aseveraciones del colega y la forma en que se pone la camiseta del canal. Sin embargo, es necesario precisar que si bien no existe censura explícita, por decreto, como ocurrió durante la dictadura, pasa algo peor: la ignorancia, la autocensura y el racismo están profundamente arraigados en el inconsciente.
La discriminación y el rechazo se han transformado en una reacción espontánea, la omisión es un acto por inercia. Pero, y además, no podemos olvidar que los consejos directivos o directorios de los medios de comunicación son las instancias donde se fijan las líneas editoriales. La mayoría de sus integrantes son grandes empresarios que de indígena sólo conocen lo que leyeron en libros de historia y a la nana que les atiende en sus hogares. Y esa afirmación es transversal en lo que a política se refiere. Muchos de ellos incluso son dueños de fundos y/o tienen acciones en empresas forestales o de rubros relacionados que se ven afectadas por el “conflicto mapuche”, imagen y concepto instalados comunicacionalmente, estigmatizando a un pueblo y a una zona del territorio nacional.
Esfuerzos se han hecho por parte de la Iglesia Católica, de senadores, de diputados e incluso el propio Presidente Piñera llamó a los partidos políticos a Palacio para que apoyen su iniciativa legislativa que tiende a modificar la Ley Antiterrorista.
En todo caso, y de no ver luz en los próximos días, la fiesta del Bicentenario corre serios riesgos de aguarse. En algo tiene razón Franco. El tema mapuche no es glamoroso, no vende, no genera rating, como los pingüinos ni como los mineros. ¡Lamentable constatación de una realidad!
He leído varios mensajes en Facebook sobre este tema. Si bien hay mucha solidaridad, también hay otros en que falta poco para que digan explícitamente ¡Que se mueran de una vez esos mapuche que tanto joden! Chile es cada día una sociedad más racista, excluyente y discriminatoria. Ojala que junto con llegar a buen término las negociaciones para evitar innecesarias muertes, de una vez por todas se aborden, en materia indígena, políticas públicas serias, responsables y con mirada de futuro, ya que hasta la fecha históricamente han sido acciones reactivas a la contingencia. Y esta huelga de hambre se suma a los innumerables ejemplos.
Publicado por www.cambio21.cl
http://www.cambio21.cl/noticia.php?noticia_id=21884&categoria_id=64
“Hoy me pongo de luto por la muerte de la historia y la memoria de mi país”, lleva por título un grupo Facebook que luce la imagen de una bandera chilena con un crespón negro en su interior. Septiembre no es un mes fácil para Chile. Las redes sociales desbordan con recuerdos, con la memoria del triunfo de Salvador Allende en 1970, del Golpe de Estado en 1973, del asesinato del padre André Jarlán en la población La Victoria en 1984, del periodista José Carrasco Tapia en 1986, de Jecar Neghme en 1990 y de miles de muertos, torturados y desaparecidos que dejó la dictadura.
A este año del Bicentenario se suma otro componente: el riesgo de muerte que corren 32 presos mapuche recluidos en cárceles de Concepción, Lebu, Temuco y Valdivia, que el 12 de julio iniciaron una huelga de hambre indefinida. A fines de agosto, al cumplirse 50 días de ayuno de quienes exigen –entre otras demandas- respeto a su cultura, garantías procesales y la intervención de organismos internacionales, se sumaron dos menores mapuche recluidos en Chol Chol que adhieren a llamar la atención respecto de la aplicación de la Ley Antiterrorista bajo la cual son procesados por tribunales civiles y militares (creada durante el régimen militar para aniquilar a grupos opositores), la falta de un debido proceso, montajes, persecución política, represión, tortura, violación a los derechos humanos y tormento a niños en las comunidades.
La determinación de poner en riesgo sus vidas es sin duda extrema, pero obligada ante la indiferencia de un país intrínsecamente racista que tiende a ignorar su cultura, su existencia y sus derechos. En esta misma red social, Facebook, se difundió una nota del periodista de TVN Franco Ferreira, en la que acusa recibo y se hace cargo de las críticas que han circulado tendiente a señalar que existe un “cerco informativo” respecto de este tema que no capta la atención de los medios ni la solidaridad de los chilenos, como lo ha hecho el caso de los mineros en Atacama o los pingüinos de la Cuarta Región.
“Bonita teoría de la conspiración, pero como conocedor de las lides informativas (sobre todo de las que a televisión se refiere) he de indicar que la inmensa mayoría de las ocasiones en que el espectador presupone una conspiración o censura, en realidad lo que hay son factores muy inocentes que hacen que un tema aparezca poco o nada. Y, por lo mismo, me atrevo a sostener que lo ocurrido con el tema mapuche y los huelguistas corresponde, en lo mediático, a un ejercicio aún peor, muchísimo más triste, deplorable y angustiante que una planificada censura. Simplemente desinterés… O dicho de otro modo, quizás hasta más crudo: simplemente “paja”. El tema no vende. El tema es “antiestético”. El tema es “poco glamoroso”. El tema no es “bonito” como los delfines y los pingüinitos de Punta de Choros”, señala.
“Por eso es que no hablamos de un cerco informativo, o una conspiración contra los mapuches. No hay nada de eso. Lo que hay es desinterés en un asunto que no tiene final feliz, como sí lo tendrán los mineros, como sí lo tuvieron los pingüinos. El que los huelguistas de hambre figuren poco en pauta no es una cuestión puntual que podamos particularizar en nuestros medios de hoy. Es la resulta de un trabajo de siglos que efectivamente venció y logró ubicar al más emblemático de nuestros pueblos originarios en la vereda del violentismo y la ilegalidad. Cuestión que la sociedad civil con el pelo más claro y apellidos extranjeros, se fue comprando hasta asumir por osmosis”, agrega en parte de una nota bastante más extensa.
Me impresionan las aseveraciones del colega y la forma en que se pone la camiseta del canal. Sin embargo, es necesario precisar que si bien no existe censura explícita, por decreto, como ocurrió durante la dictadura, pasa algo peor: la ignorancia, la autocensura y el racismo están profundamente arraigados en el inconsciente.
La discriminación y el rechazo se han transformado en una reacción espontánea, la omisión es un acto por inercia. Pero, y además, no podemos olvidar que los consejos directivos o directorios de los medios de comunicación son las instancias donde se fijan las líneas editoriales. La mayoría de sus integrantes son grandes empresarios que de indígena sólo conocen lo que leyeron en libros de historia y a la nana que les atiende en sus hogares. Y esa afirmación es transversal en lo que a política se refiere. Muchos de ellos incluso son dueños de fundos y/o tienen acciones en empresas forestales o de rubros relacionados que se ven afectadas por el “conflicto mapuche”, imagen y concepto instalados comunicacionalmente, estigmatizando a un pueblo y a una zona del territorio nacional.
Esfuerzos se han hecho por parte de la Iglesia Católica, de senadores, de diputados e incluso el propio Presidente Piñera llamó a los partidos políticos a Palacio para que apoyen su iniciativa legislativa que tiende a modificar la Ley Antiterrorista.
En todo caso, y de no ver luz en los próximos días, la fiesta del Bicentenario corre serios riesgos de aguarse. En algo tiene razón Franco. El tema mapuche no es glamoroso, no vende, no genera rating, como los pingüinos ni como los mineros. ¡Lamentable constatación de una realidad!
He leído varios mensajes en Facebook sobre este tema. Si bien hay mucha solidaridad, también hay otros en que falta poco para que digan explícitamente ¡Que se mueran de una vez esos mapuche que tanto joden! Chile es cada día una sociedad más racista, excluyente y discriminatoria. Ojala que junto con llegar a buen término las negociaciones para evitar innecesarias muertes, de una vez por todas se aborden, en materia indígena, políticas públicas serias, responsables y con mirada de futuro, ya que hasta la fecha históricamente han sido acciones reactivas a la contingencia. Y esta huelga de hambre se suma a los innumerables ejemplos.
viernes, 3 de septiembre de 2010
"Crónicas en Sepia, réplicas de una dictadura"
A través de poco más de cien páginas, “Crónicas en Sepia, réplicas de una dictadura”, relata momentos, experiencias, anécdotas y vivencias del Golpe de Estado, del exilio, del retorno, de la democracia y constata la lamentable y dolorosa derrota de la coalición de gobierno frente a una derecha que incluye en sus filas a seguidores del general Augusto Pinochet.
Cumpliendo mis “bodas de plata” en el ejercicio del oficio, he dedicado éste, mi primer libro, a mi maestro, el connotado periodista Mario Gómez López. “Crónicas en Sepia, réplicas de una dictadura”, impreso por Editorial Caballo de Mar, editado por la periodista y autora, Odette Magnet y prologado por el Premio Nacional de Literatura, José Miguel Varas, incluye detalles respecto de los estériles esfuerzos hechos por la G 80 por impulsar el necesario recambio generacional que podría haber cambiado la historia del resultado electoral en el año del Bicentenario.
“Crónicas en Sepia, réplicas de una dictadura” es un reconocimiento a Radio Chilena, emisora donde hice mi práctica profesional al regresar a Chile después de diez años de exilio, un homenaje a muchos y muchas que de una u otra manera han tenido impacto en mi vida, y por sobre todo, a mi fallecido compañero, Rafael Antonio González Toro, con quien compartí momentos de amor, temor y dolor.
Espero que esta obra, que aspira a ser testimonio, “un granito de arena” para construir, con historia y con memoria el Chile del futuro, sea leída por las nuevas generaciones.
“Crónicas en Sepia, réplicas de una dictadura” será presentado en Santiago el próximo viernes 10 de septiembre de 2010, a las 19:00 horas, en Café Crónica Digital, Maturana 302, local 2, esquina Huérfanos, Plaza Brasil, y en el puerto de San Antonio, el viernes 17 de septiembre, a las 15:00 horas, en el Sindicato Profesional de Empleados de Bahía y Malecones, Av. 21 de Mayo 892.
Cumpliendo mis “bodas de plata” en el ejercicio del oficio, he dedicado éste, mi primer libro, a mi maestro, el connotado periodista Mario Gómez López. “Crónicas en Sepia, réplicas de una dictadura”, impreso por Editorial Caballo de Mar, editado por la periodista y autora, Odette Magnet y prologado por el Premio Nacional de Literatura, José Miguel Varas, incluye detalles respecto de los estériles esfuerzos hechos por la G 80 por impulsar el necesario recambio generacional que podría haber cambiado la historia del resultado electoral en el año del Bicentenario.
“Crónicas en Sepia, réplicas de una dictadura” es un reconocimiento a Radio Chilena, emisora donde hice mi práctica profesional al regresar a Chile después de diez años de exilio, un homenaje a muchos y muchas que de una u otra manera han tenido impacto en mi vida, y por sobre todo, a mi fallecido compañero, Rafael Antonio González Toro, con quien compartí momentos de amor, temor y dolor.
Espero que esta obra, que aspira a ser testimonio, “un granito de arena” para construir, con historia y con memoria el Chile del futuro, sea leída por las nuevas generaciones.
“Crónicas en Sepia, réplicas de una dictadura” será presentado en Santiago el próximo viernes 10 de septiembre de 2010, a las 19:00 horas, en Café Crónica Digital, Maturana 302, local 2, esquina Huérfanos, Plaza Brasil, y en el puerto de San Antonio, el viernes 17 de septiembre, a las 15:00 horas, en el Sindicato Profesional de Empleados de Bahía y Malecones, Av. 21 de Mayo 892.
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