Por: Mirna Concha, periodista
Argumentando razones humanitarias (enfermedades, deplorable estado de salud y/o vejez, entre otros), el Comandante en Jefe del Ejército justificó ayer la posibilidad de que 209 condenados por violaciones a derechos humanos pudiesen ser beneficiados con el "Indulto Bicentenario" que solapadamente pretende incorporarles en el beneficio al que, además, podrían acceder condenados por otro tipo de delitos.
La noticia formal pasó prácticamente inadvertida. No tuvo grandes titulares, por el contrario. Fue lanzada al fervor del último partido de Chile en Sudáfrica. "Indulto Bicentenario: Iglesia pretende incluir a presos por violaciones a los derechos humanos. Gobierno se complica y deberá zanjar si los aplicará o no", fue la nota del diario electrónico Cambio 21. En ella, Cristián Precht, ex vicario de la Solidaridad, señalaba que "hay gente que está en la cárcel porque nunca los hemos perdonado: por delitos políticos, por DD.HH. ¿Seremos capaces como país de darnos la mano y empezar algo nuevo?", se preguntaba. ¿Seremos capaces? ¿Será esa la pregunta? O más bien ¿por qué deberíamos como sociedad aceptar que queden libres quienes tanto daño provocaron, quienes no tuvieron piedad en llevarse, desaparecer, asesinar o torturar a jóvenes, viejos, adultos, enfermos y mujeres embarazadas?
En los últimos días hemos sido testigos de la rebaja en la condena de Manuel Contreras y Pedro Espinoza por el crimen del General Carlos Prats y su esposa. ¿Por qué? ¡Claro! Hay quienes está conformes con el fallo por cuanto reconoce por vez primera que hubo "asociación ilícita". ¿Es suficiente eso para "transar" a todos los muertos, desaparecidos, torturados, presos y exiliados?
Luego, en un hecho insólito e inédito, el Ejército -por primera vez y curiosamente sin que nadie de la derecha -ni los más duros seguidores de Pinochet reaccionaran- reconoce que miembros de su institución cometieron estos crímenes, hace un "mea culpa" y solidariza con la familia Prats. Horas más tarde, Piñera -en Antofagasta, ciudad donde Pinochet era recibido con bombos y platillos- lo emula en el gesto y en una nueva actitud solapada expresa su "esperanza que habiéndose encontrado la verdad y habiendo pronunciado su veredicto la justicia, puedan al fin encontrar la paz, aquella por la cual han luchado durante tantos años".
¿Quiénes están detrás de toda esta "puesta en escena"? Me parece a lo menos extraño y curioso que a pocos días de que la Conferencia Episcopal entregue su propuesta a La Moneda, no se hayan escuchado voces condenatorias por parte de los partidos políticos (todos) ni de los parlamentarios (con algunas excepciones) y que la derecha esté tan silenciosa. ¿Qué se estarán negociando? Claramente faltan elementos para el análisis total.
"Razones humanitarias" mantuvieron a Pinochet fuera de la cárcel. Esta vez ese mismo argumento podría beneficiar a 209 condenados por violaciones a derechos humanos. Entre muchos otros, Alvaro Corbalán Castilla, Manuel Contreras Sepúlveda, el Brigadier Pedro Espinoza, Jorge Vargas Bories.
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