Publicado en Cambio 21
21 de febrero 2011
http://www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20110220/pags/20110220164358.html
A quienes vivimos la dictadura -y más aún a quienes nos correspondió reportear en esos años- sin duda que cada desacierto de Piñera nos recuerda a José Toribio Merino, el almirante de la
Armada y Comandante en Jefe de la institución que acompañó a Pinochet en el Golpe de Estado y durante los 16 años de la Junta Militar.
Para los periodistas eran conocidos y esperados los "martes de Merino". Era "el" día en que hacia declaraciones a la prensa y prácticamente en todos cometía una imprecisión, error o en buen chileno, una "salida de madre".
Al asumir Piñera comenzaron sus "desaciertos" comunicacionales. Nunca fue conocido por aquello durante la campaña ni mucho menos como importante empresario latinoamericano (el tercero más poderoso según el informe publicado por la revista norteamericana Forbes en noviembre de 2010).
"Estoy feliz de estar en tierra de Condorito", es el más reciente "lapsus" que vivió Piñera al visitar Cumpeo. A este se suman tusunami, marepoto, mencionar el laurel como árbol sagrado del pueblo mapuche en vez de el canelo y por cierto -entre muchos otros- el chascarro internacional que constituyó su célebre intervención en Juan Fernández cuando mencionó que en esa isla había vivido Robinson Crusoe.
¿Cómo se explican tantos "desaciertos", "imprecisiones" o "lapsus" comunicacionales de la primera figura del país? Así tal cual. No lo son. A pocos días de cumplir un año en el poder es fácil deducirlo. Estas pequeñas frases o palabras utilizadas por Piñera se suman a los pendrive con que "condecoró" a sus ministros al asumir su primer gabinete presidencial, a las chaquetas rojas que usó él y su equipo para recorrer las zonas afectadas por el terremoto, quedándose a dormir una noche en la "zona cero", cantando la última estrofa de un tema del conocido músico y escritor de izquierda Patricio Manns guitarreada por su ministro estrella en la Mina San José a la espera del rescate de los 33 mineros, a caballo, haciendo flamear banderas al término de una cicletada y aquella donde no midió ningún riesgo: el cuestionado aterrizaje de su helicóptero para cargar bencina en Cobquecura.
La "lectura" de este último incidente fue que el Presidente había tenido un aterrizaje de emergencia. Los medios de prensa buscaron la suspicacia y plantearon la hipótesis de que tal vez podría haber tenido una falla el helicóptero y no se descartó un posible atentado. Incluso se le tildó de mentiroso, pero nadie se detuvo para hacer un análisis más fino.
Todos estos "desaciertos", "imprecisiones" y "lapsus", como los cataloga la prensa, mantienen a Piñera permanentemente en los medios nacionales e internacionales, sin contar los cientos de miles de comentarios que circulan a través de las redes sociales más conocidos como son Facebook y Twitter. Cada comentario y/o hecho colapsa estas redes. A tal punto que fue a través de su propia cuenta Twitter que el 24 de enero de 2011 explicó el incidente que le valió una acusación constitucional y una investigación por parte de la Dirección General de Aeronáutica: "por razones seguridad, junto a A Navarro, quien piloteaba en ese momento, aterrizamos en Quilicura, norte de Cobquecura, para cargar bencina", decía el mensaje.
Poco análisis resiste. Claramente todo esto no es casualidad, es parte de la estrategia de marketing político de Piñera y su equipo, propio del populismo que hoy se multiplica a través de lo que se conoce como "política 2.0" y que incluso en otros países, como Argentina, mantiene a los políticos en permanente ranking de apariciones en Twitter. Su principio es precisamente la aplicación de blogs y redes sociales al mundo político. Utilizando la red no se evita a los medios sino que se multiplican ya que cada internauta se convierte en una posible fuente de opinión, ejerce la "vigilancia activa", la gente se organiza, se facilita el acceso a la información y se da paso a la acción. La regla de oro de este decálogo escrito por José A. del Morel es: "el medio favorece el humor: las parodias circulan más rápido que las doctrinas".
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