Publicado en www.cambio21.cl
19 de enero 2011
http://www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20110118/pags/20110118100922.html
Vinieron por lana y se fueron trasquilados. Es que en su territorio los mapuche no están dispuestos a "comprar" todo lo que les vienen a "vender". Esta vez pagaron los platos rotos los representantes de tres de los cuatro poderes del Estado: judicial, diputados, ejecutivo.
Los senadores se salvaron porque ni siquiera se tomaron el tiempo de asistir al primer "Seminario sobe el Convenio 169 de la OIT: el papel de los actores estatales en la implementación de los derechos indígenas", organizado por la presidencia de la Cámara de Diputados en el Hotel Frontera de Temuco.
El más perjudicado fue "el comendador", como bautizó el Consejero Nacional de Conadi y dirigente de AD-MAPU, José Santos Millao, al encargado de política indígena del actual gobierno, Sebastián Donoso. Junto al diputado Gonzalo Arenas (UDI) debió hacer frente a las duras críticas de la asamblea (cerca de 500 personas) que si bien valoró la ratificación y entrada en vigencia del instrumento de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), consideró que éste no tiene ninguna validez si los mapuche no son reconocidos como pueblo con la debida representación política en el Parlamento.
Donoso, quien recientemente ha dado explicaciones públicas del accionar del Gobierno en materia indígena, hizo una presentación que podría bien haber sido la exposición de un representante de la Concertación por cuanto todo lo allí expuesto se refería a los avances alcanzados en esta materia por la anterior administración. Nada nuevo había en términos de logros ni mucho menos de anuncios. El mecanismo de "Consulta" que exige el Convenio 169 previo a la implementación de acciones administrativas del Estado que afecten a los pueblos indígenas es el punto de quiebre ya que unos y otros entienden distintas formas de representatividad y procedimientos para "validar" las determinaciones.
No obstante la vigencia del Convenio 169, los mapuche consideran fundamental una nueva Constitución Política que elimine el sistema binominal para poder tener mayores opciones en los procesos electorales. Sólo entonces -estiman- podrán debatir en igualdad de condiciones con la sociedad "winka" las normativas que se dictan en su favor desde un parlamento donde el último diputado mapuche Rosendo Huenuman (PC), tuvo su participación en 1973. Para los mapuche entonces, el tema de participación del cual habla la OIT es macro y no micro.
Arenas fue encarado por su arrogancia y el juez de la Corte Suprema Haroldo Brito por su ignorancia. La presidenta de la Cámara de Diputados, Alejandra Sepúlveda, se salvó pues tras golpear duramente la mesa y hacer una declaración de principios sobre la buena voluntad que tuvo esa instancia del Estado por realizar el seminario en Temuco desapareció de la actividad sin explicación alguna y sin que los asistentes pudiesen formularle las consultas que disciplinadamente habían guardado para el debate final ya que según el programa ella cerraría la actividad. La prensa otra gran ausente.
A excepción de Brito, Donoso, Arenas y las pocas autoridades asistentes se retiraron antes que el seminario concluyera. Las explicaciones, todas válidas, fueron diversas, sin embargo, en una abierta falta de respeto en la sala sólo quedaron dirigentes, representantes de las comunidades y de la sociedad civil. Al parecer estas actividades se siguen realizando por cumplir por cuanto ciertas actitudes dejan de manifiesto que el tema mapuche -de verdad- sigue sin importarle mucho a nadie más que a los directamente involucrados.
MIRNA CONCHA
Estudié periodismo en Canadá donde viví el exilio durante diez años junto a mis padres y hermanas. Regresé a Chile en 1984 y desde entonces mi trabajo -en inglés y castellano- ha sido difundido en radios, agencias de noticias, portales de internet y diarios en Chile y el extranjero, así como en publicaciones del Ontario Institute of Studies in Education (OISE) de la Universidad de Toronto. Mi compromiso ha sido siempre con la democracia y la defensa de los derechos humanos.
miércoles, 19 de enero de 2011
lunes, 3 de enero de 2011
Preguntas hasta hoy sin respuesta, por Abraham Santibáñez
Periodista Mirna Concha plantea desde Temuco sus experiencias de vida y las interrogantes de la Generación 80
Por Abraham Santibáñez
Bautizadas por su autora como “Crónicas en sepia”[1], las memorias prematuras de la periodista Mirna Concha son en buenas cuentas una fascinante mezcla de emotivos recuerdos personales y un duro análisis político.
A Mirna, que estudió periodismo en Canadá durante el exilio de sus padres, el resultado de la presidencial de 2010 le dolió. No tanto por el triunfo de la Derecha, sino por el fracaso de la Concertación. Recuerda que, después de las Municipales de 2008, los partidarios de la gobernante coalición de centro-izquierda pudieron aprovechar la lección. No lo hicieron. En cambio, la Derecha, mediante un documento que entre otras autoras llevaba la firma de la actual ministra Ena von Baer, hizo un diagnóstico correcto y propuso un camino que finalmente llevó a Sebastián Piñera a La Moneda. Dicho análisis podría parecer bastante obvio en la actualidad. Su aporte principal es que ordena las piezas del juego: Renovación Nacional y la UDI sumaban fuerzas mientras la Concertación iba a dos bandas y enfrentaba un pacto formado por los “descolgados” de Chile Limpio.
Para las elecciones de2009/2010, la Concertación no fue capaz de aprovechar la lección, señala Mirna Concha. Agrega, además, el impacto de la candidatura de Marco Enríquez-Ominami. Para ella, lo fundamental fue el apoyo financiero que le brindó Max Marambio, en esos momentos en buenas relaciones comerciales con el gobierno cubano y, al mismo tiempo, emparentado por su matrimonio con la familia Cueto, dueña de LAN y socia entonces de Sebastián Piñera.
A Mirna Concha le duele el final de 20 años de gobiernos concertacionistas. Pero más que nada, le duele que no se hayan aprovechado los insistentes llamados a revisar posiciones de la Generación 80, definida como “personas de izquierda que tuvieron activa participación en la lucha contra la dictadura”. Según reclamaban en su manifiesto fundacional de 2005, “después de 15 años de esta larga transición, vemos que muchas cosas por las cuales luchamos, aun siguen pendientes”.
La autora hace suyo este planteamiento: se trata de “la generación no escuchada”.Y sostiene que “a 36 años del golpe militar quienes conducen la política siguen siendo los mismos actores: los sobrevivientes de la dictadura”. Pero su libro no se limita al análisis electoral con que abre las 112 páginas de la obra. Es también una memoria familiar y personal, incluyendo un primer matrimonio con un militante del MIR, que terminó con su trágica muerte..
Muy niña se había embarcado a Canadá con sus padres y sus hermanas. No fue un exilio fácil, pese a la generosidad con que el gobierno de Trudeau les había abierto las puertas. Su padre, de profesión meteorólogo, se empleó como operario en una fábrica de joyas; la madre debió trabajar como mucama en un hotel. En el colegio fueron acosadas por compañeras que las menospreciaban por ser chilenas.
“Vivimos con las maletas hechas, relata. Por años el brindis del 31 de diciembre era marcado por el sueño de que el año que se iniciaba traería consigno el retorno definitivo a la patria”.
El regreso se produjo finalmente en enero de 1984. Era otra aventura, impredecible como el viaje a Canadá. Había conseguido que la autorizaran en la Universidad para hacer su práctica en Chile. En los años siguientes, en radio Chilena y en La Época, en un período excepcionalmente complejo, trabajó con un grupo de notables periodistas y se encontró con amigos antiguos y nuevos en la lucha contra el régimen.
Hoy vive en Temuco, “orgullosa de pertenecer a la G 80, de haber contribuido a la historia de mi país”. Pero no han terminado las interrogantes: “¿Qué se hace ahora? ¿Qué sueños y que futuro se le ofrece hoy a las nuevas generaciones?”.
Las respuestas están pendientes.
Abraham Santibáñez
Enero de 2011
[1] Crónicas en sepia. Réplicas de una dictadura. Mirna Concha. Ediciones Caballo de Mar 2010
Por Abraham Santibáñez
Bautizadas por su autora como “Crónicas en sepia”[1], las memorias prematuras de la periodista Mirna Concha son en buenas cuentas una fascinante mezcla de emotivos recuerdos personales y un duro análisis político.
A Mirna, que estudió periodismo en Canadá durante el exilio de sus padres, el resultado de la presidencial de 2010 le dolió. No tanto por el triunfo de la Derecha, sino por el fracaso de la Concertación. Recuerda que, después de las Municipales de 2008, los partidarios de la gobernante coalición de centro-izquierda pudieron aprovechar la lección. No lo hicieron. En cambio, la Derecha, mediante un documento que entre otras autoras llevaba la firma de la actual ministra Ena von Baer, hizo un diagnóstico correcto y propuso un camino que finalmente llevó a Sebastián Piñera a La Moneda. Dicho análisis podría parecer bastante obvio en la actualidad. Su aporte principal es que ordena las piezas del juego: Renovación Nacional y la UDI sumaban fuerzas mientras la Concertación iba a dos bandas y enfrentaba un pacto formado por los “descolgados” de Chile Limpio.
Para las elecciones de2009/2010, la Concertación no fue capaz de aprovechar la lección, señala Mirna Concha. Agrega, además, el impacto de la candidatura de Marco Enríquez-Ominami. Para ella, lo fundamental fue el apoyo financiero que le brindó Max Marambio, en esos momentos en buenas relaciones comerciales con el gobierno cubano y, al mismo tiempo, emparentado por su matrimonio con la familia Cueto, dueña de LAN y socia entonces de Sebastián Piñera.
A Mirna Concha le duele el final de 20 años de gobiernos concertacionistas. Pero más que nada, le duele que no se hayan aprovechado los insistentes llamados a revisar posiciones de la Generación 80, definida como “personas de izquierda que tuvieron activa participación en la lucha contra la dictadura”. Según reclamaban en su manifiesto fundacional de 2005, “después de 15 años de esta larga transición, vemos que muchas cosas por las cuales luchamos, aun siguen pendientes”.
La autora hace suyo este planteamiento: se trata de “la generación no escuchada”.Y sostiene que “a 36 años del golpe militar quienes conducen la política siguen siendo los mismos actores: los sobrevivientes de la dictadura”. Pero su libro no se limita al análisis electoral con que abre las 112 páginas de la obra. Es también una memoria familiar y personal, incluyendo un primer matrimonio con un militante del MIR, que terminó con su trágica muerte..
Muy niña se había embarcado a Canadá con sus padres y sus hermanas. No fue un exilio fácil, pese a la generosidad con que el gobierno de Trudeau les había abierto las puertas. Su padre, de profesión meteorólogo, se empleó como operario en una fábrica de joyas; la madre debió trabajar como mucama en un hotel. En el colegio fueron acosadas por compañeras que las menospreciaban por ser chilenas.
“Vivimos con las maletas hechas, relata. Por años el brindis del 31 de diciembre era marcado por el sueño de que el año que se iniciaba traería consigno el retorno definitivo a la patria”.
El regreso se produjo finalmente en enero de 1984. Era otra aventura, impredecible como el viaje a Canadá. Había conseguido que la autorizaran en la Universidad para hacer su práctica en Chile. En los años siguientes, en radio Chilena y en La Época, en un período excepcionalmente complejo, trabajó con un grupo de notables periodistas y se encontró con amigos antiguos y nuevos en la lucha contra el régimen.
Hoy vive en Temuco, “orgullosa de pertenecer a la G 80, de haber contribuido a la historia de mi país”. Pero no han terminado las interrogantes: “¿Qué se hace ahora? ¿Qué sueños y que futuro se le ofrece hoy a las nuevas generaciones?”.
Las respuestas están pendientes.
Abraham Santibáñez
Enero de 2011
[1] Crónicas en sepia. Réplicas de una dictadura. Mirna Concha. Ediciones Caballo de Mar 2010
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