Mañana de domingo. Soleado, día primaveral por fin en Temuco, aunque las heladas se sentirán en cuanto el sol se deje caer. Despierto revisando la prensa. Me encuentro con una extensa entrevista a Piñera donde habla de todo y casi al final del texto, cayéndose y casi sin mayor relevancia, menciona que recibirá la propuesta de la iglesia católica y sólo se tomará algunos días -no semanas- en resolver. ¿Tan liviana puede ser una decisión que en lo medular -dejar en libertad a condenados por violaciones a derechos humanos- repercute en una parte importante de ciudadanos afectados por la historia reciente de nuestro país? También me cuestiono cuánto este tema, en realidad, le importa hoy a Chile.
Luego reviso este espacio. Me encuentro con diversos mensajes matinales. Capta mi atención uno en particular. "Todo el mundo preocupado de cómo comenzar (a escribir, un hogar, un jardín, criar hijos, el nuevo trabajo) pero la etapa principal es cómo seguir, consolidar, robustecer, regar, cuidar, trabajar para la cosechar", Zoltan Karpathy.
Me sirvo un café y observo Estado Nacional de TVN. Excelente participación del cientista político Alfredo Joignant. Del resto de los panelistas....mucho que desear en su preparación para un debate político de tan alto rating nacional e internacional. Igual me alegra ver que por lo menos ese espacio aún no ha sufrido censuras.
En el marco del debate sobre el aumento de la pobreza -resultado de la encuesta CASEN y la creación del nuevo Ministerio Social-, el Ministro Felipe Kast desliza -o más bien se le sale sin querer- que el ex Director de Presupuesto del gobierno de Lagos, el socialista Mario Marcel, está trabajando con ellos, que les “está colaborando en algunas cosas”, para el diseño del Ministerio Social.
Lo de Marcel se suma a varios otros militantes -o ex militantes- de partidos de la Concertación que han asumido la "gesta histórica de la nueva forma de gobernar, del nuevo gobierno de unidad nacional". Esto no sólo ocurre en Santiago, también a nivel regional.
Anoche con un antiguo amigo de la época de la dictadura, de la promoción, defensa y lucha por los derechos humanos, conversábamos de por qué la gente no está hablando de política, de por qué nadie está hablado de futuro, de por qué no hay propuestas. ¿Qué ocurre? Claro está que cada cual está en su pequeño "medio metro" tratando de sobrevivir.
Estamos siendo protagonistas de una época extraña, histórica, donde es hora de que la Concertación entienda que la derrota fue mucho más profunda que haber perdido el gobierno el 16 de enero. Es hora de que de una vez por todas los partidos políticos comprendan que la Concertación -como proyecto político, con lo bueno y lo malo- cumplió con creces las razones que le dieron vida. Mientras más pronto se asuma, se le ponga la lápida y los partidos políticos comiencen a escuchar lo que realmente ocurre en el Chile real, sólo entonces podremos volver a construir una propuesta de sociedad que realmente marque diferencias. El hecho de que haya varios ex concertacionistas en el gobierno revela que al parecer las diferencias eran sólo de matices.
Hoy hay que educar, encantar y volver a tener la capacidad de convocar. Ese debiera ser el gran desafío de los partidos políticos. Claro está que eso no ocurrirá mientras no salgan de su burbuja y se den cuenta que no están en sintonía real con la gente, con el país, cuando se den cuenta de que hay que construir, hacer propuestas de futuro, más que pasar tres años esperando que Michelle Bachelet vuelva a ser la candidata presidencial.
MIRNA CONCHA
Estudié periodismo en Canadá donde viví el exilio durante diez años junto a mis padres y hermanas. Regresé a Chile en 1984 y desde entonces mi trabajo -en inglés y castellano- ha sido difundido en radios, agencias de noticias, portales de internet y diarios en Chile y el extranjero, así como en publicaciones del Ontario Institute of Studies in Education (OISE) de la Universidad de Toronto. Mi compromiso ha sido siempre con la democracia y la defensa de los derechos humanos.
domingo, 18 de julio de 2010
domingo, 11 de julio de 2010
Indulto a condenados por violaciones a DD.HH. ¿Qué esconde la "puesta en escena" de Piñera?
Por: Mirna Concha, periodista
Argumentando razones humanitarias (enfermedades, deplorable estado de salud y/o vejez, entre otros), el Comandante en Jefe del Ejército justificó ayer la posibilidad de que 209 condenados por violaciones a derechos humanos pudiesen ser beneficiados con el "Indulto Bicentenario" que solapadamente pretende incorporarles en el beneficio al que, además, podrían acceder condenados por otro tipo de delitos.
La noticia formal pasó prácticamente inadvertida. No tuvo grandes titulares, por el contrario. Fue lanzada al fervor del último partido de Chile en Sudáfrica. "Indulto Bicentenario: Iglesia pretende incluir a presos por violaciones a los derechos humanos. Gobierno se complica y deberá zanjar si los aplicará o no", fue la nota del diario electrónico Cambio 21. En ella, Cristián Precht, ex vicario de la Solidaridad, señalaba que "hay gente que está en la cárcel porque nunca los hemos perdonado: por delitos políticos, por DD.HH. ¿Seremos capaces como país de darnos la mano y empezar algo nuevo?", se preguntaba. ¿Seremos capaces? ¿Será esa la pregunta? O más bien ¿por qué deberíamos como sociedad aceptar que queden libres quienes tanto daño provocaron, quienes no tuvieron piedad en llevarse, desaparecer, asesinar o torturar a jóvenes, viejos, adultos, enfermos y mujeres embarazadas?
En los últimos días hemos sido testigos de la rebaja en la condena de Manuel Contreras y Pedro Espinoza por el crimen del General Carlos Prats y su esposa. ¿Por qué? ¡Claro! Hay quienes está conformes con el fallo por cuanto reconoce por vez primera que hubo "asociación ilícita". ¿Es suficiente eso para "transar" a todos los muertos, desaparecidos, torturados, presos y exiliados?
Luego, en un hecho insólito e inédito, el Ejército -por primera vez y curiosamente sin que nadie de la derecha -ni los más duros seguidores de Pinochet reaccionaran- reconoce que miembros de su institución cometieron estos crímenes, hace un "mea culpa" y solidariza con la familia Prats. Horas más tarde, Piñera -en Antofagasta, ciudad donde Pinochet era recibido con bombos y platillos- lo emula en el gesto y en una nueva actitud solapada expresa su "esperanza que habiéndose encontrado la verdad y habiendo pronunciado su veredicto la justicia, puedan al fin encontrar la paz, aquella por la cual han luchado durante tantos años".
¿Quiénes están detrás de toda esta "puesta en escena"? Me parece a lo menos extraño y curioso que a pocos días de que la Conferencia Episcopal entregue su propuesta a La Moneda, no se hayan escuchado voces condenatorias por parte de los partidos políticos (todos) ni de los parlamentarios (con algunas excepciones) y que la derecha esté tan silenciosa. ¿Qué se estarán negociando? Claramente faltan elementos para el análisis total.
"Razones humanitarias" mantuvieron a Pinochet fuera de la cárcel. Esta vez ese mismo argumento podría beneficiar a 209 condenados por violaciones a derechos humanos. Entre muchos otros, Alvaro Corbalán Castilla, Manuel Contreras Sepúlveda, el Brigadier Pedro Espinoza, Jorge Vargas Bories.
Argumentando razones humanitarias (enfermedades, deplorable estado de salud y/o vejez, entre otros), el Comandante en Jefe del Ejército justificó ayer la posibilidad de que 209 condenados por violaciones a derechos humanos pudiesen ser beneficiados con el "Indulto Bicentenario" que solapadamente pretende incorporarles en el beneficio al que, además, podrían acceder condenados por otro tipo de delitos.
La noticia formal pasó prácticamente inadvertida. No tuvo grandes titulares, por el contrario. Fue lanzada al fervor del último partido de Chile en Sudáfrica. "Indulto Bicentenario: Iglesia pretende incluir a presos por violaciones a los derechos humanos. Gobierno se complica y deberá zanjar si los aplicará o no", fue la nota del diario electrónico Cambio 21. En ella, Cristián Precht, ex vicario de la Solidaridad, señalaba que "hay gente que está en la cárcel porque nunca los hemos perdonado: por delitos políticos, por DD.HH. ¿Seremos capaces como país de darnos la mano y empezar algo nuevo?", se preguntaba. ¿Seremos capaces? ¿Será esa la pregunta? O más bien ¿por qué deberíamos como sociedad aceptar que queden libres quienes tanto daño provocaron, quienes no tuvieron piedad en llevarse, desaparecer, asesinar o torturar a jóvenes, viejos, adultos, enfermos y mujeres embarazadas?
En los últimos días hemos sido testigos de la rebaja en la condena de Manuel Contreras y Pedro Espinoza por el crimen del General Carlos Prats y su esposa. ¿Por qué? ¡Claro! Hay quienes está conformes con el fallo por cuanto reconoce por vez primera que hubo "asociación ilícita". ¿Es suficiente eso para "transar" a todos los muertos, desaparecidos, torturados, presos y exiliados?
Luego, en un hecho insólito e inédito, el Ejército -por primera vez y curiosamente sin que nadie de la derecha -ni los más duros seguidores de Pinochet reaccionaran- reconoce que miembros de su institución cometieron estos crímenes, hace un "mea culpa" y solidariza con la familia Prats. Horas más tarde, Piñera -en Antofagasta, ciudad donde Pinochet era recibido con bombos y platillos- lo emula en el gesto y en una nueva actitud solapada expresa su "esperanza que habiéndose encontrado la verdad y habiendo pronunciado su veredicto la justicia, puedan al fin encontrar la paz, aquella por la cual han luchado durante tantos años".
¿Quiénes están detrás de toda esta "puesta en escena"? Me parece a lo menos extraño y curioso que a pocos días de que la Conferencia Episcopal entregue su propuesta a La Moneda, no se hayan escuchado voces condenatorias por parte de los partidos políticos (todos) ni de los parlamentarios (con algunas excepciones) y que la derecha esté tan silenciosa. ¿Qué se estarán negociando? Claramente faltan elementos para el análisis total.
"Razones humanitarias" mantuvieron a Pinochet fuera de la cárcel. Esta vez ese mismo argumento podría beneficiar a 209 condenados por violaciones a derechos humanos. Entre muchos otros, Alvaro Corbalán Castilla, Manuel Contreras Sepúlveda, el Brigadier Pedro Espinoza, Jorge Vargas Bories.
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